Si algo se han traído los Afortunados de
las viejas patrias, es su desprecio por los trabajos manuales y su amor
por las apariencias. Ver y dejarse ver es la principal razón por la que
la gente acude al bulevar Avalon, uno de los lugares más animados de la
ciudad. Parecer humano y comportarse como un humano es de lo más:
comida humana, ropa humana y, por supuesto, modales humanos. Están mal
vistas las demostraciones de magia en público, que rompen la ilusión que
se esfuerzan crear con glamour, igual que los pequeños duendes
zapateros y domésticos, cuyo única magia es dejar la casa limpia o
finalizar las tareas mundanas en un suspiro.
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