Durante
la Edad Media la que la lucha contra el Maligno se convierte en
una obsesión y la gente cree ver endemoniados por todas partes. Las historias piadosas,
como las Cantigas de Santa María, incluyen muchas intervenciones de
santos que invocan el poder divino para expulsarlos. Gonzalo de
Berceo, al narrar la vida de san Millán, incluye nada menos que
siete casos de endemoniados entre los que figura un clérigo y varios
nobles. A unos les persigue un solo demonio y otros, los más
desafortunados sin duda, fueron poseídos por hasta cinco espíritus
malignos.
"Avie
un fuerte demonio prendielo a menudo,
oras
lo facié sordo, oras lo facié mudo;
faciél
a las deveces dar un grito agudo,
el
mal huésped faciélo ser loco sabudo"
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